Invadida la ciudad por falsos dioses,
templos profanados por herejes,
derrotado y sometido Moctezuma:
hora pueblo mío de dar el grito.
Ese rugido de jaguar maldito
que escupe fuego por su plata boca
retrocede ante la furia de Cuitlahuac,
¡Sufre y huye el español maldito!
Retumban las tierras de Quetzalcóatl,
gritos de guerra de jaguares:
¡Defenderemos hoy estas calles
a costa de nuestra propia boca!
Escapan ya los asesinos,
perseguidos han de ser
por acabar con tantos viejos.
Ya se van hacia Tlacopan,
sin embargo no se irán
sin entregar antes sus vidas
en sacrificio a Huitzilopochtli,
Tlaloc, Toci y Teteoinnan.
Dicen que murieron miles,
dicen que perdieron su oro,
que se ahogaron sus caballos
y se quebraron todos sus rifles;
que sus ojos llenaron de sal y agua
y que lloró y lloró su líder.
¡Llora conquistador,
llora triste allá en Tacuba
que merece tu color
eso y más por tu traición!
Por lo pronto esta noche hay fiesta
Tenochtitlán es libre y se viste
con los colores de Tezcatlipoca.
Brindando con Mayahuel
nos entregamos a Xociquetzal
y a Tlacúltetl, Tlazoltéotl y Xochipilli;
y cantamos con Chicomexochtli
y sonreímos con Nuhualpilli.

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